Cuando tenía 17 años me enamoré
de un yanki de 24. De lo más destacable era ser licenciado en matemáticas, ex jugador profesional de wrestling y con el sueño de ser “high school coach”
(profesor de gimnasia de instituto) o hacerse el Ted Danson y montarse un bar tipo Cheers (en aquel
momento en pleno auge en EEUU donde le conocí). También era muy destacable su pasión por mi que me tenía más bien entre incrédula y altamente emocionada. Su salario se lo cobraba del ejército
americano pues era teniente de aviación de la famosa USA NAVY. Cuando iniciamos nuestro idilio él estaba realizando un curso a lo Top Gun en Florida y yo haciendo el año final del High School en Missouri. Soy consciente que la descripción suena totalmente inventada pero
juro que es verdad. Tampoco él era Tom Cruise ni yo, obvio, soy la Mcgillis, no nos pongamos
tontos. En este blog, a veces oculto, pero nunca miento. Con todos estos
antecedentes y siendo yo una niña recién llegada de las Españas, os
imaginareis que tuve muy pocas oportunidades de que la historia floreciera más
allá de unas semanas. Pero no, tuve suerte y me aguantó el tipo cuatro meses
idas y venidas desde Florida a Missouri en coche cada fin de semana que tenía
libre, además de un intenso carteo postal (no había email ni Facebook en la época) y de aprender por mi parte inglés inteligente, mordaz y sarcástico a toda máquina. No me quedaba otra para conquistarle. A los cuatro
meses se cansó de la virgencita Española reacia a dejar de serlo y no pudiendo
ser mi cuerpo suyo, echó a volar a pesar del amor que tenía por mi mente
(palabras textuales del teniente).
Cuento todo esto no por el USA
NAVY si no por el escritor John Irving. Descubrí a John pocos años después de esta no-tórrida historia de amor, con
su libro “El mundo según Garp” y me enamoré como una autentica loca. Los
rescoldos de las brasas que había dejado el teniente Thomure se avivaron desde
la página uno por las similitudes. Ya se sabe que las relaciones mal cerradas
dejan ventanas abiertas. John Irving es de New Hampshire y en sus novelas
siempre usa unos toques y “clichés” descaradamente autobiográficos que no se molesta
en ocultar. El protagonista de todas sus novelas, o uno de los protagonistas,
es escritor (como obviamente lo es John). Ha sido o es profesor de lucha libre
en el instituto o a veces es jugador en su juventud (como lo fue John).
Divorciado, vuelto a casar y con hijos (John lo es). Con historias emocionales tremebundas (a
John se le intuyen) donde el hombre recibe más cera de la que puede soportar entre América y Europa (vivió en Viena como estudiante). Algún
muerto muy principal siempre cae en el medio del libro desbaratando la trama. Hay infidelidades, amores eternos a lo
Guadiana que van y vienen (suelen ser libros en los que se desarrolla la vida
del protagonista desde su infancia hasta la vejez), amantes fugaces e imaginativas historias no consumadas (de este tema, sobre John, no sé nada aparte de su ya mencionado divorcio). Sus
protagonistas, habitualmente masculinos, siempre tienen un marcado compromiso político y
social. Son intransigentes con la intransigencia hasta puntos de locura (muy yo misma).
Respetan y valoran a la mujer dejándose la vida en comprenderla a lo largo de la novela
entera y no siempre consiguiéndolo pero amándolas de una manera poco vista en un
escritor/hombre estadounidense. Padres comprometidos, entregados y amorosos,
siempre precoces en su paternidad (como lo fue el propio John). En cada nuevo libro suyo que empiezo, John, es mi hombre.
A estas alturas de mi vida me he
leído todos los que había escrito antes de que yo cumpliera los ventipocos y
desde entonces cada vez que publica uno a las semanas lo tengo devorado. El
último publicado en España es del año 2010: “La última noche en Twisted River”. En
mitad del libro me paré a escribirle la carta. Las lectoras (y lectores asumo)
de John le han escrito mucho a lo largo de su vida. Ellas también salen en sus
novelas. Casi siempre hay un escritor escribiendo una novela dentro de la
novela integrada de una manera magistral. Quieres leerla y sabes que no puedes,
que John nunca la acabará. Entonces
aparece una fan chalada declarándole su amor siempre por carta, siempre más
joven que él y a veces se cartean y la relación no llega a más o se conocen y
él le pone los cuernos a su mujer de turno, o inician una siempre tórrida
relación que nunca va más allá de unas cuantas páginas.
El que no vaya a ir más allá (si
me meto en un jardín me intento llevar las flores) y que el hombre haya nacido
en 1942, es lo que me ha detenido durante casi 20 años a escribirle la carta.
La verdad es que pensándolo en frío es más mayor que mi padre y ahora tiene que
estar el hombre bastante más desmejorado que cuando empecé mi idilio mental con
él. Desmejorado y poco apto para las acrobacias que describe en sus libros.
Tenía que haberle escrito antes, que tonta, cuando mi inglés era lo
suficientemente bueno como para impresionarle. Desde el ciber espacio, John, que
sepas, que me traes loca. Que gusto saber que te puedo releer cuantas veces quiera e imaginarme que escribo
de nuevo esa carta, con delirios de adolescente amorosa. Mientras, esperaré a que publiquen aquí tu última novela "In one person", y así, poderme enamorar otra vez de ti.
Para mi fue un antes y un después cuando leí la novela de John Irving "El mundo según Garp". Me cautivó y aún tengo en mi memoria imágenes vividas y escenas descritas como si yo hubiera estado all, viviendo con los personajes en su mundo.Eso es lo que tiene de mágico la lectura, que nos hace vivir y viajar por el mundo en situaciones y épocas diferentes. Es una riqueza enorme y universal. Cuantos recuerdos. Mi antes y después fue como para ti conocer a Tim. Te hizo cambiar de querer ser periodista a ser matemática. Tu madre que te quiere infinito.
ResponderEliminarMe encanta que me leas, mamá, y que desveles al mundo que dejé de lado la magnífica profesión de periodista por un aviador matemático. Supe cuándo te lo conté que me entendias perfectamente. Menos mal que no me quedé. En eso, al menos, se que no me equivoqué. Gracias por enseñarme a leer, a pensar y a disfrutar. Te quiero mamá.
EliminarPues pinta bien, no he leído nunca nada de él, aunque precisamente me está dando por escritores americanos últimamente (estoy con Steinbeck, "Al Este del Edén"). Bueno, tomo nota.
ResponderEliminarYo le habría escrito esa carta, quizás le habría llamado la atención el que fueras española y os habríais hecho amigos... Quizás puedas enviarle un email ahora (las nuevas tecnologías facilitan a veces las cosas). Pero ya te digo, a estas alturas, más pensando en él como amigo (que ya debe de chochear algo, ¿no?).
Saludos!
Ayer compré el último que por fin han editado en España. Me reía con la chica de la librería sobre este post y me confesó que a ella le pasaba lo mismo. Flipé. Y ella flipó que yo hubiera salido con un luchador americano de wrestling, para que vamos a engañarnos. Ais, supiramos las dos. Dos locas cuarentonas pensando durante veinte años escribirle una carta a John. Tiene mucho tirón erótico-emocional este hombre. Ves amb compte! Mi consejo es que empieces por "El mundo según Garp"
EliminarEstos son mis post favoritos.... (¡¿Dónde está mi Ana Marquina?!)
ResponderEliminarCon que con un aviador... Que calladito, aunque repasando mentalmente tus post, NENA hay que ver lo que has ligado... ¡Más envidia!...
Con respecto a Irving yo no he leido nada de él, pero si me recomiendas uno se lo compro a Javier para San Jordi, y a continuación se lo robo para leerlo yo.
Besitos
Hola S, ligar, ligar... bueno si, he ligado. Soy enamoradiza de naturaleza y a Edu le conocí con 28 años, ya había corrido un poco. Tus post favoritos plantas y libros ¿verdad?. Para Sant Jordi te recomiendo el último "Personas como yo". Después si te gusta te voy recomendando mes i de millors. Ana está de recogimiento pero volverá, es muy Fénix.Siempre vuelve. Besos!
EliminarJa, ja...
ResponderEliminarUna pena que no enviaras la carta.
Me apunto el título.
¡Buen fin de semana!.
Silvia
¿Te imaginas? Cartearme con John Irving... Nunca hubiera estado a la altura. Llevo fatal eso de no estar al nivel. Feliz sábado, Silvia. Nos leemos.
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