jueves, 9 de mayo de 2013

Creer y sentir


Creo que lo que creía no es lo que sentía. Al cumplir años se te agolpan los recuerdos y las emociones, pasadas y soñadas, se entremezclan con las futuras deseadas y las imaginadas. ¿Que pasó realmente? ¿Que te creías que pasaba? ¿Que imágenes implantaste en tu cabeza de las que viste? ¿Cuales te imaginaste  ¿Cuales te contaron? ¿Que venía innato en ti? ¿Que mamaste?

Ayer hablaba con Mercedes de la religión del año que viene. Hay que decidir si queremos que los niños den clase de religión en el cole o de ética. Siendo ella negra cubana espiritual con 152 dioses en su conocimiento pero uno en su corazón, me chocó que su preocupación fuera "el temario". Antes de decirle si yo quería que mi hijo hiciera o no religión en el colegio le contesté que mi preocupación no era esa, sino quien. Quien le explicaría qué a mi hijo. Desde que nació se lo he explicado yo. Como su padre y yo tenemos diferentes creencias pero las suyas no son muy talibanas, me ha dejado hacer. Básicamente historia de la religión católica y judía que es la que me sé. Moisés y su huida de Egipto, Herodes y su matanza de niños, los romanos cargándose en la cruz "al Jesús de navidad"... Ahora que lo relato me doy cuenta de lo sangrienta que es la historia religiosa, al menos la que le gusta a mi hijo. El arca de Noé también le gusta pero menos. Curioso.

El amor, la energía, el poder de la naturaleza, el sentir de las piedras y del mar, el calor de los animales, la no crueldad, la compasión y el hacer el bien, la buena fe, el perdonar y tantas otras cosas atribuidas a la religión católica se las he intentado enseñar con hechos y sin palabras. Aquí, en España, está muy denostada la palabra Dios. Es más, se usa como insulto cuando te pillas un dedo con un martillo, cuando te cae el aguacero de primavera sin paraguas a mano, o cuando te pegan un polvazo que te vuelve loca y no sabes si atribuirlo a uno o a otro (a Dios o a tu pareja, quiero decir). Bromas a parte, de Dios en general no está muy bien visto hablar. Si crees en él y comulgas con la iglesia católica eres un facha recalcitrante. Si eres de izquierdas progre, eres atea. Punto pelota.

A los 16 años de cara a un verano tontucio mi amiga Cristina Cristobal (¡qué nombre tan bien traído para este post!, ni a huevo... curioso....) me invitó a realizar el Camino de Santiago (concretamente 209km saliendo de Ponferrada, León) con unos compañeros de la catequesis de su confirmación. Ni muerta. Mi primera reacción. Prefería quedarme en Madrid pasando calor que caminando con unos chalados beatos del Opus. Viene Álvaro. Me dijo Cristina. Ah, pensé. Álvaro es todo menos beato y del Opus. Probemos a conocerlos pues. Me fui para el parque donde quedaban por las tardes de brazos cruzados y cara de a mi no me vais a convencer pero quiero ver que tal pega Cristina y Álvaro con vosotros, panda de sosazos.

Fue uno de los mejores veranos de mi adolescencia. Me perdí en no se cuantas etapas por no seguir las directrices de Antonio y Juan Carlos, los monitores de 24 años que cargaron con las hormonas disparedas de 11 chicos y 2 chicas de 16 años (¡Que valor!). 17 días andando con la mochila a cuestas y hablando gallego con las señoras del país, las vacas, las hierbas, las montañas y los peregrinos holandeses que se nos cruzaron, los ríos  el polvo del camino y los compañeros. Fue antes que Juan Pablo II viniera a España a ponerlo de moda y Aznar ni siquiera existía. En aquella época "el camino" (así lo nombraban, curioso.....) era todavía de los pueblos que atravesaba y de los caminantes que lo poblaban.

Cuando por la noche mis compañeros de viaje hablaban a la luz de la hoguera de Dios, yo, hacia mutis por el foro y me retiraba a pasar frío y miedo, a imaginar meigas y a visionar caballeros con espada. Ya les advertí cual San Pablo recaudador que a mi no me convertirían  Ellos sonreían y me dejaban estar. Pasados los días entablé amistad y cual atea declarada se me puso en la cabeza hacer dudar a Juan Carlos de la fe con mis argumentos científicos desde la manzana y la costilla de Adán, hasta la resurrección y el pan con vino. Al acabar el viaje Juan Carlos estaba harto de mi pero me adoraba (esas cosas se ven) y me dijo la frase "Nunca en mi vida he visto a alguien con una fe tan personal como la tuya" Anda la ostia (con perdón) pero ¿la fe no es personal?. Pues no. Y eso fue lo que me separó de la iglesia católica. Los dogmas de fe, las culpas para todos repartidas, el Papa siendo infalible y hablando ex cathedra (que hace la torta de un pan que ninguno habla por boca de Dios, así que no deberíamos hacerle mucho caso), los oropeles, la poca humildad, los látigos, la inquisición, deja, deja, yo no quiero ser católica. Vale, pues no creo.

Pero siento. Y al ser mayor y hacerme más vieja, pelleja y sabia (algo tiene que tener cumplir experiencias) me doy cuenta que lo que me decía Juan Carlos era un piropo enorme. Yo creía. Hablaba con mi Dios de bolsillo y a Ana le valía. Me consolaba, me asesoraba, me inspiraba, me hacia reír (era un cachondo mi Dios), me envalentonaba, me frenaba, y me hacía ver lo maravilloso del mundo y de mi alrededor. Lo rechacé. Me rechacé. 

Y a vueltas de esas volví a tener la cara que tengo en esta foto de cuando tenía 3 o 4 años. Muchas de las cosas que salen en esa foto (menos el mar que no sale y es mi pilar fundamental, siendo de secano.... curioso....) son mis armas de destrucción masiva contra el odio y la debilidad. Hay ángeles, hay paz, hay música, hay un olivo, hay plantas. Hay calcetines rojos pasión. Hay vestido blanco de poca maldad.

Hoy vuelvo al olivo. Llámalo exis, llámalo energía, como dice Sabina. Es mía y creo que en el cole a Luc se lo van a enseñar muy mal. Mientras, cuando vamos a los pueblos del Pirineo o de Francia, veo una iglesia, miro a su padre con ojos de cordero degollao y el niño tira de mi para que entremos.  Mirando cuadros, estatuas y rosetones con mandalas, le voy contando lo del martirio de San Esteban o como San Cristobal cruzó al niño sobre su hombros, y yo ¿como me acuerdo de estas cosas? Que susto de cabeza que tengo.... curioso....

Que el eterno sol os ilumine, y el amor os rodee y la pura luz interior, guíe vuestro camino.

4 comentarios:

  1. No solo al mirar las estrellas, sino una hormiga...Y mejor que yo los pensamientos de Walt Whitman :
    Ya he dicho que el alma no vale más que el cuerpo,
    Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,
    Y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo,
    Que aquel que camina sin amor una legua siquiera, camina amortajado hacia su propio funeral,
    Que tú o yo, sin tener un centavo, podemos adquirir lo mejor de este mundo,
    Que el mirar de unos ojos o el guisante en su vaina confunden el saber que los tiempos alcanzan,

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    1. Poco más puedo añadir a estos emotivos versos. Hoy me quedo con "Aquel que camina sin amor una legua siquiera, camina amortajado hacia su propio funeral". Gracias madrina

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  2. Que preciosa foto, que linda re-linda (te pareces un pocoa la Celia de los cuentos de Celia).
    Me gusta tu manera de ver la religion (me parece muy sana) y tu forma de plantearte que es lo mejor para tu hijo. Creo que lo has pensado muy bien y has tomado una buena decision.
    Por cierto, te sabes muy bien las historias de la Biblia! (Mejor que yo, y mira que yo considero que estoy por encima de la media, aunque quizas no me se tanto las historias enteras, mas bien se datos concretos, a veces sin saber por que). Es curioso... :-)
    Que suerte haber hecho "parte" del Camino de Santiago cuando todavia no era una "ruta turistica". Aunque 17 dias para 200 Km me parecen muchos dias y pocos km :-P (ya contare yo alguna vez mi Camino, que en mi caso fue "medio Camino", por disponer de poco tiempo), claro que erais muy jovenes...

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    1. Hola Stu: Gracias por tus comentarios tan amables y tiernos. En esta foto si me parezco a Celia aunque la cara no acompaña, Celia era más valiente, la verdad. Las "historias de la Biblia" me las se porque me encanta leer y ver cine y la Biblia era un filón. Además tengo una memoria que ojalá se conserve por mucho tiempo. De pequeña me angustiaba eso de acordarme tanto de todo con tanto detalle, pero ahora de mayor agradezco los buenos momentos que mi memoria me regala. Y las cosas malas las voy dejando caer en el olvido que también se puede hacer eso. perdonar y olvidar, todo es uno :)
      17 días estuvimos fuera de casa. Caminando fueron unos 12. Los otros los pasamos en Santiago. A mi me pareció una buena media para tener 17 años y cero formación de trote :) Íbamos con todo a cuestas y con muchas hormonas, jajajaja. Espero ansiosa tu post sobre el camino. Un abrazo

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Muchas gracias por tu comentario perejilo!!! Abrazos cibernéticos :)

Pere Gila