martes, 30 de julio de 2013

De amor y de cómo me tragué un sol

Hace unos meses, al principio de este tremendo 2013, puse una foto en mi perfil en el Facebook. Tuvo un sinfín de “me gustas” (unos treintaitantos) y tantos comentarios que al final la quité de foto de perfil para no tenerla pública de la vergüenza que me daba el derroche de sentimientos y emociones de tanta gente. Estaba en medio de una vorágine personal de esas de caerse de espaldas que aún dura pero que se va disolviendo como nieve en mayo. No quiero mirar esa foto a día de hoy (aún duele) pero me acuerdo perfectamente de uno de los comentarios. Vino de la siempre acertada y muy sagaz Ana Marquina. Su comentario fue “Nena, se te ve radiante. Parece que te has tragado un sol de junio” Ni más ni menos. Justo Junio. No otro mes. Junio.

Ahora, seis meses después. La radiación se ha apaciguado en el exterior pero … en el interior… en el interior es Hiroshima. Y efectivamente, puedo deciros que me he tragado un sol de junio. Coral Almagro (prima amorosa, espontanea cómo pocas, me dijo hace unos días: “Escupelo” “¿El que, Cori?” “Escupe el sol ese que te has tragado, que yo, aunque sea escupio, quiero un poco de lo que te has tomado tú”.

Cada vez que estas semanas me he cruzado con unos y otros, de aquí y de allá, de cerca y de lejos, de todos los días y de una vez al año, con propios y con extraños... cada vez, todos, han intentado sonsacar, instigar, preguntar, pagar, indagar, averiguar, entender y asimilar el motivo del "Sol de Junio".  Hoy he decidido que voy a daros el motivo.

El motivo no es otro que el amor. Tampoco podía ser otro ¿verdad?. Hay algunos que creen que fumo hierbas o similares alucinógenos. Otros que es la dieta vegetariana. Otros que la pena mora del invierno me ha dejado "feliz pero tocada del ala". Otros que el yoga obra milagros en mi. Otros que mi terapeuta es la ostia en vinagre. Otros piensan qué suerte tengo con el hijo que me ha tocado. Pero la razón real, el motivo del sol, es el amor.

Y si. Me amo. Al quererte cambias tu vida. Tu modo de trabajar, la dieta, el ejercicio que haces, el trato con tu mente, el enfoque de las amistades, de la familia y de tu entorno social/laboral entero.  Al quererte eres menos dura contigo misma, te perdonas y no te exiges lo inabarcable sino lo manejable. Al quererte estás feliz (alguien te quiere) y sonríes y los demás sonríen contigo. Se acaba la amargura aunque no la tristeza, pero en los momentos tristes, como te quieres, te consuelas y estás a tu lado. No te abandonas. Siempre estás por ti. Eres tú mejor amiga y las amigas no exigen. No pasan cuentas de los días que haces que no estás. Las amigas comprenden porque saben que la intención era buena aunque el modo erróneo, y, bueno ¿quien no la ha cagado bien alguna vez? Pedir perdón y saberlo dar es la mayor muestra de amor. No significa que el otro haya errado (las verdades no son absolutas y los puntos de vista pueden hacer defender las ideas más peregrinas). El que pide perdón está reconociendo que le interesa más tú amor que su orgullo.

Lo que me ha costado aprender esto... no tiene precio, que dice el anuncio. No me ha costado dinero. El dinero no vale nada.  Me ha costado tiempo y mi alma por caminos vericuetos. Teniendo 41 años me puedo sentir bien afortunada. Hay gente que descubre todo esto a los mil. O nunca. Se murieron y no saben que pasó. Queriéndote nunca estás solo ni abandonado, porque "tu sol" (me gusta mucho esa expresión, pero llámalo, Dios, energía, cosmos o universo) está dentro de ti. Cada día. Por las mañanas y en las oscuras noches. Cuando ese sol brilla, los demás quieren estar cerca de ti para brillar contigo y te da un subidón que me río de las pastillas.

Tan fácil como eso. Tan complicado como tragárselo y dejarle ir y venir. Eso es lo que me pasa. Ahora cada palo... que aguante su vela. Yo estaré para soplaros y no poneros trabas a las ruedas.

Feliz vida.

martes, 2 de julio de 2013

El árbol de la vida


Al empezar a escribir este post en mi corazón hace unos días pensé en dos imágenes muy recurrentes para mi en este 2013. Una era "el Megane en la puerta". La otra era "El árbol de la vida". Creo que el público en general entenderá mejor el símil del árbol que el del coche y, honestamente, el cuadro de Klimt, a mi, me quita la respiración.

Cuando nacemos las ramas de nuestro árbol están muy cercanas al tronco y muy poco ramificadas. Por muchos familiares que uno tenga nuestros contactos con el mundo externo son las ramas de los otros. Básicamente de nuestra madre y de nuestro padre. Mi hijo Luc tuvo que ir a la guardería el día que cumplió 4 meses de vida. Tuvo que ir porque le llevé yo. Él jamás se hubiera separado de mi si le hubieran preguntado. Aún hoy me duele el corazón al pensar en aquél día que le dejé. Cómo el destino es mágico (a mi madre le pasó lo mismo conmigo, me dijo ella) quiso a bien regalarme a Luisa Rodriguez Tejero. Luisa fue la primera rama fuerte en la vida de mi hijo. Durante todo aquel primer año ella fue la mujer que me sustituyó en el corazón de mi hijo cuando yo no estaba. Tantas horas pasaba con ella que pensé si la llegaría a querer más que a mi. Mi cosmos quiso que Luisa fuera una sonrisa primero y muchas caricias después. Que fuera firme y divertida. Que tuviera carácter torero y alma gitana. Que me aconsejara de nutrición mejor que mi propio médico. Que se enamorara de Luc. Que fuera yo en morena y que conectáramos desde el primer día en que nuestros ojos y nuestras sonrisas se cruzaron.

Hay gente a la que amas sin saber porque y sin entender el motivo. Mucha gente me sonríe, me habla con atino, me hace grandes favores, me mima, me protege, me escucha y me entiende. Pero, de pronto, con algunos, hombres y mujeres, me encuentro amándoles locamente. Miss Lui fue uno de esos amores. Aún hoy cuando me la tropiezo por Facebook se me ilumina la cara. Miss Lui y yo íbamos dando vueltas por el mundo chocando con unos y otros y en un momento dado nos encontramos. Una dejó en la otra trocitos de su esencia. Nunca lo he hablado con ella, y debió conocer a mil mamás en aquellos años de guardería. Pero sé que fue así. A partir de ella confié en las personas que poblarían las ramas del árbol de la vida de mi Luc.

Mi árbol es otro cantar. Durante muchos años me dolía en el alma cada vez que una rama fuerte y bien afianzada en mi árbol dejaba de estar físicamente. Cuando era pequeña no me dolía. Entonces yo era mucho más espiritual de lo que llegué a ser una vez fui adolescente. No entendía donde había ido a parar "todo aquello" si la conexión había sido tan grande. ¿Acaso no lo sentíamos igual? Pensaba yo. ¿Acaso me engañé y no supe ver el sentimiento real?. Me pasaba con novios y amores (obvio) y con amigas y hasta profesores. Entonces, esas, eran las ramas que me tocaban. Crecí y se juntaron más amores románticos, compañeros de trabajo, de fiesta, amigos de amigos, compañeros de piso, enemigos, familiares de amigos.... De cada grupo tengo ejemplos de gente con la que choqué cósmicamente. Yo les dejé a ellos parte de mi yo y ellos me dejaron a mi un poco de su alma. Si la vida nos ha vuelto a juntar en la tierra o en el espacio virtual energético genial, nos hemos disfrutado con los ojos y nos hemos reconocido.

Creciendo, poco a poco dejé de analizar el porqué. Dejé de intentar entender y comprendí que todo ocurre porque si. Que es precioso y preciso que ocurra y que al crecer llevaría parte de todos ellos conmigo. Que me hacían el viaje más ligero y me apuntalaban el camino. Tan espiritual como racional, tan inteligente como burra, tan fina como zafia me movía en un mar de aguas bravas disfrutando mucho, mucho y sufriendo otro tanto, tanto. Mis bandazos llegaban a otros y algunos salían mal parados. Y yo me fustigaba por ello ¿soy mala? ¿que ha pasado? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?

Ahora en el principio de mi asumida madurez, cuando ya no quiero ser más esa niña caprichosa y si la divertida y entusiasta, en ese estado de serenidad, asumo mucho mejor a la gente que viene y va. Asumo peor  a la gente que no me deja ir y venir, pero ese es el cantar del otro. Disfruto del momento porque es lo que tengo y no lo que tuve o tendré. Y como mi actualidad no tiene nada que ver con mi pasado no me valen las experiencias anteriores para puntuar y actuar. Solo me vale el corazón. De él me guío. No pregunto más porqué. Ahora es. 

Ya no espero el Megane en la puerta. Voy caminando a donde quiero ir. Si tú estás en mi camino déjate ver. Con una sonrisa me pagas. Con dos te pago yo. Cuando te toque marchar vuelve a sonreírme. Me será mucho más fácil dejarte ir.

Con amor a mis dos niñas Canceres en el mes de sus cumpleaños. Mis ángeles que tanto han hecho por velarme.