jueves, 17 de abril de 2014

Madurando al sol


Lo mejor de estar en los cuarenta puede que sea la experiencia que acumulas. Profesionalmente hablando te blinda el estómago ante las desavenencias y te dulcifica ante las dificultades. Te hace ser tolerante con los errores que tú cometiste exactamente igual, o peor, que otros. Te da infinitos recursos por haber pasado por infinitos jardines junto a infinitas personas del más variopinto pelaje. Te hace asimilar que es una parte de ti, pero que no lo es todo. Que si te hace dichosa se lleva el 80% de tu día y si te hace desgraciada el 120% del mismo. Hasta la cama y más allá. David Martinez, excelso cocinero y mejor compañero, me enseñó dos de los axiomas de mi día a día: "En eventos o caterings, desayuna fuerte que nunca sabes cuando vas a poder volver a comer" y el tan socorrido "Siempre se acaba pasando cafés. Y en ese momento toda la faena estará resuelta". A ellos me agarro para ser previsora y comer bien y no desfallecer en las primeras horas del día y para no desfallecer con proveedores incumplidores, jefes canallas y subalternos desmotivados y comer bien en las últimas de la jornada.

Uno cree a los veinte que sabe latín. Que con diez amigos por banda y viento en popa a toda vela tiene la vida ganada. Que el amor es casi para siempre y que si no lo es otro vendrá. Aquello de "hay muchos peces en el mar". Pero ¿quien quiere un pez en el mar para que te sirva de espejo? Aprendes, con la experiencia y los años no probablemente lo que quieres (eso lo descubriremos apunto de entregar la cuchara y largarnos al más allá de lo cárnico) pero si sabes lo que no quieres. Yo este año me he confirmado en la regla número uno del resto de mi vida. Lo que no quiero es no ser yo. Porque pese a quien pese, por muchos corazones que se rompan (el mio por el camino), por mucho dolor causado y amores caídos, por las decepciones creadas y las expectativas de otros rotas, por mucho que aquello no fuera a donde tú esperabas encontrarte, lo que es es lo que hay y de nada sirve negarlo. Ayer leía en una red social una frase recriminatoria de un hombre a una mujer "¡No eres lo que yo esperaba!" le dice él. "Jodete" le contesta ella.

No somos las expectativas de los otros. Somos lo que somos y lo hacemos lo mejor que podemos. Todos. Sin excepción. La próxima vez que alguien te defraude piensa bien si el fraude era la imagen que tenías tú en la cabeza de esa persona.

De pronto te plantas allá en el medio de tu vida con esta totalmente patas arriba y exactamente al revés de lo que esperabas, emocional, económica, profesional e intelectualmente. ¿Qué me ha pasado? ¿Donde quedó mi yo de los veinte en flor?  No eres consciente que cada paso, decisión, persona en el camino y circunstancia adversa y no, han hecho que estés donde estás. Asumir, respirar y lanzarte a seguir caminando es lo más sabio que puedes hacer. Como si tuvieras veinte años otra vez, sin temor y con decisión, pero mucho mejor. Ahora tienes conciencia de ti. Ahora sabes donde no quieres estar y quien no quieres ser.

Te encuentras con otros "tus" por el camino. Haber tardado más de cuarenta años en verlos solo es resultado de haber estado ocultándote a ti misma. Así te aparecen "tus" en forma de hijos para darte paciencia y demostrarte lo especial que eres, pues ellos son reflejo tuyo. "Tus" en forma de amigas divertidas y fieles que te reafirman en como quieres ser con ellas. "Tus" en forma de familiares honestos y entregados a tu causa mal que pierdan."Tus" en forma de amigos varones haciéndote admitir por primera vez en tu vida que la amistad no va unida al genero sino al corazón de las personas.  "Tus" profesionales que te certifican cómo hay que hacer las cosas. Y por último, y sorprendentemente, "tus" enamorados.  "Tus" que te hacen plantearte si quieres seguir con la coraza puesta para que no te dañen o sales a pecho descubierto para que el viento te roce y te haga sentirte viva.

Yo ya lo tengo claro. Ya no hay marcha atrás. Aunque caiga, aunque mis "yos" desaparezcan. Porque yo no lo haré. Yo seguiré al pie del cañón viviendo mi vida como si fuera la única que tengo, y señores, es así. No se quienes les contaron que hay otra vida más allá y porque se agarran a eso para echar a perder esta.

Salud, amor y muchas gracias por leer. Seguid disfrutando hoy del día. Mañana puede que no os levantéis. 

4 comentarios:

  1. me ha encantado. te extraño. besos.

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    1. Gracias Angel, siempre sorprendiendo :)
      Cuídate bonito. Besos

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  2. Cuánto por pensar...

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    1. Me alegro. Mucho. Dar que pensar ¿qué mejor? Mucho mejor que dar de que hablar. Un abrazo ciberespacial

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Muchas gracias por tu comentario perejilo!!! Abrazos cibernéticos :)

Pere Gila